En un entorno regulatorio cada vez más exigente y ante la urgencia climática global, las empresas tienen un papel fundamental en la transición hacia modelos más sostenibles.
Para avanzar de forma efectiva, es indispensable manejar con claridad ciertos términos clave relacionados con la neutralidad ambiental y climática. A continuación, explicamos los 10 conceptos esenciales que toda organización debe comprender e integrar en su estrategia.
Son los indicadores que permiten cuantificar y comparar el desempeño ambiental de una organización.
Van desde las toneladas de CO₂ emitidas hasta los litros de agua consumidos por unidad producida. Son clave para definir estrategias, justificar decisiones y cumplir normativas como CSRD o ISO.
La huella de carbono es el indicador que mide la cantidad total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas por una actividad, producto, servicio o empresa. Se expresa en toneladas de CO₂ equivalente y es la base para cualquier estrategia de reducción o compensación.
Es una métrica más amplia que la huella de carbono y la huella hídrica. Evalúa el conjunto de impactos de una organización sobre el entorno, incluyendo el consumo de agua, generación de residuos, impacto en nitrógeno, uso de suelos, etc. Permite una visión más integral de la sostenibilidad ambiental.
La huella hídrica es un indicador medioambiental que define el volumen total de agua dulce utilizada por una organización, individuo o comunidad durante cualquier actividad, proceso, producto o servicio, considerando tanto el uso directo como indirecto del agua. Para su evaluación existen dos metodologías principales:
Tradicionalmente las emisiones se clasificaban en Alcance 1, Alcance 2 y Alcance 3 según su origen. Desde la actualización en 2018 de la ISO 14064-1, se han definido las siguientes nuevas categorías:
Entender las categorías de emisiones es fundamental para desarrollar un plan de descarbonización coherente.
El concepto emisiones netas cero, también conocido como Net Zero, es un concepto clave vinculado a la descarbonización. Implica alcanzar una reducción profunda de emisiones, entre el 90-95% de todas las emisiones de GEI de la organización, alineada con el escenario de reducir el calentamiento global 1.5°C y con plazo máximo hasta 2050. El pequeño porcentaje residual de emisiones que no se puede reducir (5-10%) debe ser compensado exclusivamente mediante remociones permanentes de carbono.
Este concepto es más exigente que la neutralidad de carbono tradicional, ya que prioriza la reducción real de emisiones y limita estrictamente el uso de compensaciones
En relación a la compensación de la huella de carbono, consiste en invertir en proyectos externos que absorben o evitan emisiones, como la reforestación o las energías renovables, para equilibrar el impacto generado.
Por otro lado, la compensación de la huella hídrica (HH) se basa en contribuir a proyectos que mejoran la disponibilidad, calidad o acceso al agua fuera de los límites de la propia organización. La diferencia fundamental con respecto a la compensación de emisiones de carbono, es que estos proyectos deben implementarse en la cuenca afectada por la actividad de la organización que pretende compensar su HH.
La compensación de emisiones debe basarse en metodologías verificables y estándares reconocidos y se plantea como el último paso a ejecutar una vez se han reducido al máximo el impacto inicial.
La neutralidad ambiental va más allá de la neutralidad de carbono. Implica minimizar y compensar todos los impactos negativos que una organización produce sobre el medio ambiente: emisiones, consumo de recursos, residuos, agua, biodiversidad, etc.
La neutralidad climática se refiere al balance de emisiones de GEI que afectan al clima.
La diferencia entre neutralidad ambiental y neutralidad climática es que esta segunda se enfoca exclusivamente en los impactos sobre el sistema climático y se relaciona directamente con los objetivos Net Zero 2050 definidos por organismos internacionales.
Es la hoja de ruta que define cómo una empresa reducirá sus emisiones e impactos sobre el recurso hídrico en el tiempo. Incluye diagnóstico, metas, acciones concretas, indicadores y seguimiento. Un buen plan contempla todas las áreas operativas y la cadena de valor.
En el caso de la solución de neutralidad ambiental +Positive de Veolia, este camino comienza con la evaluación del punto de partida, el diseño e implementación de estrategias de reducción y descarbonización y , por último, la deseada compensación hídrica y de carbono. De esta manera, la empresa puede llegar a la neutralidad ambiental.
Conocer estos conceptos es el primer paso para cualquier empresa que busque avanzar hacia la neutralidad ambiental y climática. Solo a partir de una comprensión clara es posible diseñar estrategias realistas, efectivas y alineadas con las expectativas sociales, regulatorias y financieras.
Si tu organización quiere avanzar hacia modelos sostenibles reales y medibles, descubre cómo +POSITIVE puede ayudarte a traducir estos conceptos en planes concretos para alcanzar la neutralidad ambiental y climática.