En un contexto de creciente presión regulatoria y ambiental, las organizaciones enfrentan el reto de cuantificar su impacto sobre el entorno a fin de alcanzar la neutralidad ambiental y climática.
Medir ese impacto permite cumplir con requisitos normativos y expectativas sociales y, también, establecer planes efectivos de mitigación y mejora.
Las huellas ambientales se han consolidado como herramientas clave para orientar las estrategias corporativas hacia la neutralidad ambiental.
La huella de carbono es el indicador que refleja la cantidad total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas directa o indirectamente por una actividad, organización o producto, expresadas en toneladas de CO₂ equivalente.
El cálculo de la huella de carbono se basa en metodologías reconocidas como el GHG Protocol, la norma ISO 14064 o la UNE-EN 16258. Tradicionalmente las emisiones se clasificaban según su origen en Alcance 1, Alcance 2 y Alcance 3. Actualmente se utilizan las siguientes categorías:
Contar con una certificación de huella de carbono proporciona trazabilidad, credibilidad y respaldo frente a auditorías o reportes ESG.
La huella hídrica es un indicador ambiental que evalúa los impactos potenciales relacionados con el agua generados por un producto, proceso u organización. Este incluye aspectos cuantitativos (consumo) y cualitativos (contaminación), efectos directos e indirectos, y contempla la dimensión geográfica y temporal del uso del agua, permitiendo evaluar la sostenibilidad del recurso hídrico y los riesgos asociados a su gestión.
Existen principalmente dos metodologías: la propuesta por la Water Footprint Network (WFN) y la recogida en la norma ISO 14046:2014 “Gestión ambiental. Huella de agua. Principios, requisitos y directrices”.
En el caso de la WFN, el indicador da información acerca del volumen de agua consumido tanto directa como indirectamente por una organización. En este caso, la huella hídrica se desagrega en tres componentes en función de su procedencia:
La metodología de la ISO 14046:2014 está basada en el Análisis de Ciclo de Vida y es más compleja que la ofrecida por la WFN, ya que da un paso más allá, cuantificando todos los impactos asociados con el agua relacionados con este uso que se hace del agua de manera consuntiva y degradativa.
Esta métrica es fundamental para industrias con alta dependencia hídrica (alimentación, textil, turismo), ya que permite identificar oportunidades de reducción, reutilización o compensación, y alinea las operaciones con la gestión sostenible del recurso.
Por último, la huella de plástico, también conocida como huella plástica, mide la cantidad de residuos plásticos generados a lo largo del ciclo de vida de un producto, servicio u organización. Incluye tanto los residuos gestionados (reciclados o valorizados) como los no gestionados (abandonados o vertidos).
La huella de plástico emerge como un indicador fundamental que permite cuantificar y comprender el impacto total del plástico a lo largo de su ciclo de vida, desde su producción hasta su disposición final.
Inicialmente, surgieron diversos estándares como el 'Plastic Footprint Assessment' de la Fundación Ellen MacArthur, la 'Plastic Leak Project Guidelines' de Quantis, y la metodología del 'Plastic Disclosure Project', cada uno con diferentes enfoques y alcances. Reconociendo la necesidad de una metodología unificada, la Plastic Footprint Network ha trabajado en la armonización de estos estándares, desarrollando un marco común. Esta estandarización ha facilitado que las organizaciones puedan medir, reportar y comparar su impacto plástico de manera consistente y transparente.
El surgimiento de este indicador responde a la creciente preocupación por la contaminación por microplásticos y su impacto sobre ecosistemas y salud humana y se ha convertido en una herramienta estratégica que proporciona información valiosa para el desarrollo de estrategias de economía circular y la toma de decisiones informadas en la transición hacia alternativas más sostenibles.
Si no podemos obviar la importancia creciente de estas métricas (huella de carbono, huella hídrica y huella plástica) de manera independiente, no cabe duda de que integrar las tres en una estrategia global hacia la neutralidad ambiental es ir un paso más allá.
Incorporar estas métricas de forma integrada permite a las empresas desarrollar una visión sistémica del impacto ambiental de su actividad. Esto implica:
El cálculo de la huella de carbono, hídrica y plástica se ha convertido en el primer paso imprescindible hacia una estrategia ambiental sólida. Más allá de ser un requisito normativo, permite a las organizaciones tomar decisiones informadas, anticiparse a riesgos regulatorios y avanzar hacia modelos productivos compatibles con los límites del planeta.
Si tu organización busca comprender mejor su impacto ambiental, descubrir cómo medir y reducir las huellas que dejas abrirá el camino hacia la neutralidad ambiental con el enfoque integral de +POSITIVE.